Lo natural es un reflejo de lo espiritual. Nuestro espíritu ha renacido. Primero lo espiritual, luego lo natural. Cuando éramos enemigos de Dios, éramos ciudadanos del reino de las tinieblas y, como resultado, recibimos lo que nos correspondía por derecho: pobreza, maldiciones, enfermedades, etc. Porque estamos vivos en Cristo (si has nacido de nuevo), ya no somos pobres. Somos ricos en el espíritu. Todo es nuestro. Solo tenemos que creer y confiar. Porque Dios es nuestro Padre y estamos en comunión con él, tenemos todo lo que necesitamos.
La pobreza, la carencia, la enfermedad, etc., son parte del viejo hombre y la vieja vida. Esos no son síntomas del nuevo hombre ni de la nueva vida en Cristo. Analiza detenidamente el fruto que estás produciendo en tu vida. ¿Proviene del nuevo hombre o del viejo? Si el fruto proviene del viejo hombre, ¿qué cambios crees que debes hacer para que puedas crecer y exhibir el fruto que se produce al permitir que el Espíritu de Dios gobierne tu nuevo hombre?
Escrituras:
Gálatas 4:31
1 Corintios 3:21
Salmo 23:1
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